Muestras como Escáner de Caroline Achaintre son muy necesarias para recordarnos siempre, que hay distintos modos de hacer, distintas maneras de producir sentidos y sensibilidades. Nos recuerdan que el arte se despliega más allá de las buenas intenciones para proponer nuevos repartos de ciertas evidencias sensibles. No es que las piezas tengan un aura, es que las piezas son marcas indiciales, son gestos que resisten, son figuras que remiten, o en su defecto desfiguraciones.
En la deformidad existe una incongruencia entre la figura y cómo la nombramos o definimos. Si pretendemos adentrarnos en el mundo de lo deforme, debemos entrar en un mundo inestable, plástico, randómico y de errores. La desfigura no se la puede prever pues no está definida de antemano. Esto permite a lo deforme evadir cualquier atadura moral. Lo deforme simplemente surge y aquello incomoda. Y si bien no se puede prever el resultado de la desfigura, si podemos hablar de una potencialidad. Achaintre no es ingenua, no utiliza la cerámica o la pistola de tejer por mero goce. Sabe que son materiales y tecnologías que potencian el error y los lleva al límite.
Tres de los textos que acompañan la muestra hacen énfasis en la manufactura de las piezas: todas han sido hechas a mano. Aquello, más allá de resultar una rareza en el circuito local de arte contemporáneo, supone en Caroline Achaintre un diálogo entre el hacer propio de sus manos y el material afectado por condiciones externas a la artista y al propio material: la gravedad y la humedad en el caso de la cerámica, y el trabajo a ciegas que supone trabajar con pistola de lana al reverso de la tela. Achaintre, en su trabajo directo con el material, revela la fragilidad de la cerámica, investiga su capacidad de emular texturas, indaga sobre las posibilidades cromáticas de la lana, propone nuevos gestos y usos de ella, genera drippings, superposiciones de color, volúmenes, luces y sombras. Su proceso se balancea entre el hacer y el dejar que el material se manifieste.
De esta plasticidad o fluctuación surge y se manifiesta una forma extraña, pervertida, fuera de la norma, aquello que incomoda, en otras palabras: lo deforme.
Achaintre enmarca estas piezas con pedestales muy particulares que actúan como “cuerpo” de lo deforme. Pedestales color rosa de escala humana, con varias aristas y nichos, permiten a las piezas exhibirse de forma agrupada en un mismo pedestal y a distintas alturas. Son varios de ellos, creando un conjunto donde las piezas dejan de ser meros reflejos o reminiscencias, y pasan a invadir el espacio común del espectador. Pasan a ser, como Achaintre las describe, personajes.
Escáner, a través de lo deforme hecho cuerpo, establece nuevos límites a la forma normada, nombrada y definida. Pone en evidencia susceptibilidades y con ello nuevas sensibilidades. Escáner toca la vida y actualiza las discusiones sobre la forma desde su opuesto inmediato: lo deforme.